Aunque estrujen los números, los salarios pierden contra la inflación

Es la razón de un consumo debilitado en la mayoría de la economía doméstica.


Por Roberto Pico

A contramano del discurso oficial, desde la asunción del presidente Javier Milei, los salarios perdieron frente a la inflación y le dan sustento a los informes sobre un consumo doméstico muy tibio.

Esta situación se agudizó en lo que va de 2025 debido a la decisión de acotar los aumentos pactados en las paritarias. Los datos revelan una «grieta» entre una macroeconomía con números positivos y una actividad diaria que aún no logra absorber esos supuestos beneficios.

En este escenario, el gobierno y economistas afines al modelo estrujan los números para hacerles decir lo que ellos quieren.

De acuerdo con información del INDEC, en abril (el último mes disponible), los salarios del sector público y privado crecieron menos que la inflación y si la evaluación se realiza desde la gestión presidencial, el saldo también es negativo.

La situación se acentuó en el inicio de 2025 como consecuencia de la determinación gubernamental de establecer un tope a las paritarias del sector privado. En el ámbito estatal, la situación es mucho más dramática por efecto de la motosierra sobre las remuneraciones.

El último trabajo del INDEC precisó que en abril, los sueldos de los empleados privados aumentaron un 2,5%, mientras que los de los estatales lo hicieron en un 2,3%. En ambos casos, las cifras estuvieron por debajo de la inflación del período, que fue del 2,8%.

Con estos resultados, el primer cuatrimestre del año cerró con una caída del salario real entre los empleados formales del 1,3%. Dentro de este conjunto, el salario real del sector privado retrocedió un 1,7%, mientras que en el sector público la caída fue del 0,2%, siempre en términos reales (descontada la inflación).

Un estudio de la consultora ACM detalló que, ampliando la comparación al inicio de la gestión actual en noviembre de 2023, las remuneraciones privadas registran una pérdida del 1,1% frente a la inflación, mientras que las de los empleados estatales perdieron más del 15% de poder de compra.

Observando la serie completa, se advierte que en la segunda parte de 2024 hubo una tendencia al alza de los salarios formales, pero esta se abortó y regresó a terreno negativo al inicio de 2025.

Esta curva es consistente con el «torniquete» que la Casa Rosada aplicó a los acuerdos salariales que se cerraban en el sector privado.

Desde el Ministerio de Economía, se impartió la orden a la Secretaría de Trabajo de no homologar paritarias con ajustes salariales superiores al 1%.

La presión sindical encontró una salida parcial en las «sumas fijas», que no son aceptadas por el Palacio de Hacienda debido a que su efecto sobre los precios es el mismo.

La intención de estas medidas es que una menor disponibilidad de pesos en los bolsillos no convalide aumentos de precios en las góndolas.

La contrapartida de estas políticas han sido quince meses de continua caída del consumo doméstico, una tendencia que recién se frenó en mayo por un margen muy leve.

Una segunda consecuencia es una actividad industrial que permanece frenada. La Casa Rosada está dispuesta a asumir este costo con el fin de «terminar de matar» la inflación, según la terminología utilizada en los despachos oficiales.

En este sentido, todas las medidas se enfocan en la desregulación de ciertas actividades que impactan en el costo argentino.
Para sostener el discurso de progreso, la estadística del INDEC le ofrece una herramienta al gobierno.

Cuando el organismo realiza el cálculo general de salarios, incluye a los trabajadores no registrados, es decir, a aquellos que operan «en negro». Para este segmento, el indicador salarial mostró un aumento del 7,7%. Este dato llevó el índice general a un avance del 3,3%, lo que permitió al gobierno hablar de «recuperación salarial».

Sin embargo, el indicador de los salarios informales presenta un rezago de cinco meses, lo que implica que ese salto corresponde al último bimestre de 2024, cuando la tendencia aún era ascendente para todos los salarios. Por consiguiente, la medición se encuentra distorsionada y requiere desglosar cada situación.

De cara al segundo semestre del año, confluirán dos factores con efectos contrapuestos.
En caso de que se sostenga el proceso de desinflación, se estima que a fin de año los salarios reales cerrarían con un aumento de entre 4% y 5%.

Sin embargo, un aumento de la desocupación podría actuar como un elemento disciplinador de reclamos y recortar esa posible recuperación.

El incremento de la tasa de desempleo a casi el 8% al 31 de marzo no estaba en los cálculos de los analistas, quienes esperaban un leve salto al 7% recién hacia fin de año. Actualmente, se están revisando las estimaciones ante un panorama laboral más desalentador.

Entradas relacionadas

Deja tu comentario